Este milagro sólo es posible disponiendo un invernadero con pleno control climático que haga de refugio y hogar para las delicadas plantas.
En invierno calefactamos dichas instalaciones y aprovechamos las numerosas horas de luz de sol de nuestro valle. Son hortalizas que crecen y maduran lentamente, con cariño, como se hacen las buenas cosas.